Tenía ocho años cuando descubrí la profesión de mis sueños. En aquel momento un frasco vacío de perfume desempeñaba a cabalidad su rol de micrófono mientras yo dejaba volar mi imaginación.
Las conversaciones- me cuentan- eran de diversos temas, todos los que guardaba en mi universo infantil, y de esos que, a veces, dejan a mamá y papá pensando: ¿Dónde escuchó la niña esas palabras?
Una mañana, mientras jugaba, me preguntaron ¿Qué estudiarás cuando crezcas? Dicen que respondí sin dudar: ¡Yo quiero ser periodista!
¡Periodista! La palabra me parecía enorme. Pero ya me imaginaba en situaciones similares a las que veía en el televisor o leía en la prensa.
Con los años fue creciendo la colección (que aún conservo) de recortes de zunzunes, pioneros y de artículos de periódicos.
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Ya era adolescente cuando descubrí el trabajo de los corresponsales. Quedé fascinada con su valor para llegar hasta los lugares más intrínsecos y contar esas historias que pocos cuentan.
Detrás de cada reportaje, en medio de una guerra o catástrofe natural, detrás de todas las informaciones que nos llegan a diario, siempre hay un periodista fuera de casa. Un ser humano que también extraña a su familia y teme, muchas veces, por su vida. Pero sobre los interes personales ama su profesión y conoce la importancia social del trabajo que realiza.
¨Periodista¨ -pensé cuando tenía ocho años-. En aquel momento no sospechaba cuántos peligros tienen que enfrentar, ni las vidas que son robadas cada año porque ¨escribió un texto incómodo¨ o ¨husmeó no debía¨.
¨Periodista¨, tampoco imaginé que la palabra me definiría por siempre. Porque cuando lo eres. Cuando llevas la profesión anclada al alma con ganchos de acero, resulta imposible separar lo que ves y sientes de tu oficio. De eso se alimenta el periodismo: de los colores de la cotidianidad, de los sonidos vivientes del mundo, de la necesidad de comunicar, del apego a la verdad.
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Ya tengo 20 años. Casi soy periodista. Lo escogí como forma de vida, porque, definitivamente, el periodismo es más que una profesión.