Conjugar el verbo amar resulta difícil por estos días, mientras algunos aseguran que su corazón permanece cerrado hasta nuevo aviso, otros se las ingenian para enviar señales de humo desde la ventana de su cuarto…o el estado de Wahtsapp.
Coronavirus y amor, dos sustantivos incompatibles que han armado campaña en la mente de muchos.
Antes de la pandemia, las preocupaciones a la hora de elegir una pareja se limitaban al gusto y la personalidad (en ocasiones de la prima y suegra), pero llegó el coronavirus para complicarnos la elección. Ahora hay que pensar si trabaja en un lugar concurrido, cuántos viven en su casa, si sale con frecuencia, si no olvida usar el nasobuco, si trae el hipoclorito en el bolso…vamos que sería más fácil encontrar un camello bailando rumba en la plaza del gallo, que una persona que nos guste y cumpla con todas las exigencias de estos tiempos.
-Y al que me dejó la botella de miel y la bolsa con verduras en el portal, muchas gracias- decía la Yuli de Cuba en su última publicación de Facebook.
Pues sí, no existe ciencia con más ingenio que el amor, y siempre hay quien se las arregla para ser romántico, hasta en cuarentena.
Pero lo que si nadie ha podido inventar todavía son los besos con nasobuco, rezan algunos que el Dr. Durán es quien pone límites a su afecto cada mañana:
-780 casos mi amor, ni te me acerques que tu saliste a comprar viandas-.

Entonces pienso en Consuelo Velázquez y en el estribillo de su bolero: bésame, bésame mucho amor…
Sin remedio, nada de besos ni abrazos, el coronavirus le robó las flechas a cupido, y este se fue de vacaciones. Más de uno lo reclama a gritos por las redes sociales, pero el pequeño del arco dice que no regresará hasta que no haya vacuna y bajen el precio de los ramos de flores.
Y así recibiremos este 14 de febrero, en casa, rezando porque la pequeña Soberana crezca rápido y escuchando la carcajadas de una pandemia que nos ha robado tiempo y amor, pero que envejece por minutos.
PD: aprovecha el distanciamiento social para renovarte el espíritu, para vencer tus propios miedos, para conocerte por dentro más que por fuera. Así cuando la cuarentena termine podrás decirle al mundo, toma asiento, que ya yo descansé suficiente.